William Blake (1807): Representación «alucinatoria» de la serpiente en Paradise Lost. (Imagen tomada de the-artifice.com).
El pasado 4 de diciembre se realizó un encuentro virtual con 3 analistas, quienes presentaron su aproximación a un mismo sueño de un paciente desconocido para ellos, sólo abordando el contenido del mismo, tal como fue relatado por el propio paciente. La lectura de Lisímaco fue la primera de las ponencias de ese encuentro. El video completo puede ser visto en el siguiente enlace:
https://drive.google.com/file/d/1gIbNcEpd9G5uKYO25u9OUCZTfo9xLZ6w/view
Están planificados dos encuentros adicionales, con una temática diferentes, para los meses de febrero y marzo de 2022, los cuales serán anunciados oportunamente.
(Nota: Por un error en la edición del video, aparece titulado como «Convocatoria de la Sociedad de Psicoanalistas», cuando en realidad se trata de una convocatoria de la Sociedad Venezolana de Analistas Junguianos).
«Llovía en una casa abandonada a donde un grupo de jóvenes llega por no tener donde vivir. En eso un adulto joven aparece con un grupo de niños y adolescentes y les explica que ellos viven en comunidad y que cada quien es valorado por su forma de ser única.
Uno de los jóvenes que vive en la casa comenta que tiene ganas de ir al baño.
La apariencia de los jóvenes es un collage de cosas que los identifican y que han ido encontrando a lo largo de su vida en esta casa. A medida que el adulto les va contando la dinámica de vivienda en esta casa, el joven que había ido al baño se asoma sobre una pared haciendo gestos de ayuda y de dolor en su trasero, su cara está verde y se desmaya.
Aparece un viejo vagabundo y viendo al adulto le hace una señal con el pulgar al grupo de jóvenes y cae hacia atrás a dormir patas arriba.
El adulto corre a ayudar al niño que se había desmayado. En este momento el adulto se transforma en perro y corretea al viejo hacia un escondite donde el viejo se encierra. El adulto ladra y golpea la puerta mientras llueve y en eso fuera de la acción aparece la forma de una serpiente que luego se transforma en bacterias, se evapora y dice que es hora de que el viejo muera. Dando a entender de que el viejo va a respirar la suciedad que había dejado el niño antes de ser violado.
Luego el adulto vuelve con el niño desmayado y lo lleva a reposar mientras dos niños hermanos que están transformados en zarigüeyas les cuentan a los demás que han violado al niño y le han roto el intestino al parecer pero que todo va a estar bien».
Respondiendo a la amable invitación a compartir una aproximación a un sueño, creo que debo aclarar, o quizás aclararme para no perderlo de vista durante la discusión, que se trata del sueño de alguien cuyo contexto consciente no conozco, apenas por un dato, el diagnóstico de TDH que puede decir mucho teóricamente pero casi nada de una persona. Y debo tener presente esto para no caer en la tentación de adivinar sobre la vida a partir del sueño, para saber que lo que haré es una aproximación simbólica, es decir, con base en lo que sabemos de los símbolos y de la psique, sobretodo en sus aspectos colectivos.
¡Ah bueno! Hay algo más que sabemos, que se trata de un sueño inicial de terapia, lo cual me pone aún más en el peligro de la adivinanza, sabiendo como sabemos, lo que dijo Jung acerca del sueño inicial como sueño diagnóstico y pronóstico, es decir, que podía definir la situación del paciente tanto como el curso del tratamiento. ¡Vaya tentación! Como ven, comienzo haciéndome advertencias pues me conozco, y me gusta dejar que la intuición juegue conmigo, lo cual no siempre es bueno. Si algo anuncia este sueño y algo acierta mi juego simbólico, será el terapeuta del paciente (y el paciente mismo), las únicas personas en saberlo, por ello evitaré hablar del soñador y, en cambio, hablaré en nombre de aspectos psíquicos que aparecen en el sueño, que padecen, se transforman y emocionan tal como hemos escuchado.
Comencemos entonces.
Como junguiano me inspiro en los tres autores que más me han enseñado sobre trabajo con sueños, a saber: M. L. Von Franz, James Hillman y, por supuesto, C. G. Jung. Iré mencionándolos al necesitar respaldo para mis observaciones.
Ya saben ustedes que Von Franz afirma que el sueño, como todo relato, se divide en los tres grandes momentos de toda literatura: presentación, nudo y desenlace. Al hablar de la interpretación de los cuentos de Hadas nos dice también que el primer párrafo de un cuento define el desarrollo de este, es decir, cuál es el problema que debe solucionarse y encontrará solución en el desenlace. ¿Extrajo ella esta idea de la idea de Jung sobre el sueño pronóstico o quizás Jung extrajo su idea de la de Von Franz?. No lo sé, pero pongamos la idea a prueba.
En el inicio hay una casa abandonada y niños igualmente abandonados, además llueve. Estos tres elementos transmiten un ambiente de desolación, de sufrimiento, de desvalimiento. La lluvia, si no tienes dónde vivir, puede ser un enemigo terrible, aquí debemos dejar de lado su simbolismo como bautizo, renacimiento o transformación (simbolismo este último que suele tener en el cine). Aquí es muy necesario mantenernos cerca de la imagen, como nos lo han indicado tantos maestros, pues la imagen puede estarnos diciéndolo todo: está lloviendo y no tienes dónde vivir.
La casa abandonada es una solución para los protagonistas, pero como imagen, por sí misma, se une al significado de los niños sin hogar bajo la lluvia, en otras palabras, la casa también ha sufrido de abandono, ha sido abandonada por sus habitantes, por la vida ¿Han visto lo que le pasa a una casa abandonada?
Hemos aprendido, como terapeutas, que las imágenes, recuerdos y emociones propias, las que advienen mientras los pacientes hablan de las suyas, suelen ser un material valioso para empatizar y comprenderle. En este punto viene la imagen de la casa de mi infancia que abandonamos a su suerte, la imagen de su gradual desmoronamiento, la imagen de nuestra indiferencia al pasar a su lado cada que visitábamos la finca, hasta que la casa desapareció por completo; hoy ya crecen árboles de café en su lugar. Esta imagen me trae una sensación muy profunda que tuve la oportunidad de trabajar en un taller de Movimiento auténtico con Margarita Méndez. Estas emociones y memorias me ayudan a comprender a los chicos y a la casa del sueño, es decir, a los aspectos de la psique que se encuentran abandonados, fríos y esperando atención. Se trata de aspectos jóvenes de la psique que esperan algo del polo adulto. Quizás por eso, a continuación, el adulto adquiere protagonismo. Y aquí comienza el nudo del drama.
Se nos dice que se trata de un adulto joven, esto parece ser importante. Si bien se trata de un aspecto adulto que va a intentar ocuparse de los problemas que vienen a continuación, lo que les dice resulta ser un poco cliché: aquí vivimos en comunidad y se nos valora por nuestra forma de ser única.
En ese momento el sueño dice que un chico pide ir al baño. Esto es muy de guion de cine (ya sabemos lo mucho que se parecen los sueños y el cine), sucede algo que parece no tener importancia y luego va a ser el gran motivo de todo.
El adulto continúa aleccionando a todos y se nos dice que los jóvenes allí han ido adquiriendo una identidad propia. Se pone énfasis en el collage de cosas diversas pero identitarias que los chicos han encontrado en la casa. Sabemos en este punto que este adulto «joven» lleva chicos sin hogar a esta casa abandonada y allí intenta cuidarlos. Al parecer el refugio ha funcionado y el guía, este adulto joven, también. Esto genera una sensación a quien escucha el sueño, de que se ha logrado una cierta calma en la sobrevivencia. Si se trata de aspectos de la psique que han sufrido abandono y desvalimiento (violencia incluso, según lo que sigue), entonces está bien una casa que proteja y de cierta identidad y un adulto que proteja.
Pero parece ser un adulto que, debido a su juventud, todavía debe ser puesto a prueba, representa este aspecto de la psique que ha aprendido a repetir ciertos ideales, ciertos clichés y sentido común útil para una primera adaptación al mundo exterior, pero que aún desconoce lo difícil que es llevarlos a cabo y, me parece, que por ello viene a continuación la gran prueba para él. Aquí quiero especular, y todo este ejercicio es una gran especulación, que el sueño muestra un reto a un aspecto psíquico que intenta defender y proteger pero que aún debe crecer para poder hacerse cargo.
Mientras el adulto sigue hablando de las reglas de la casa, el chico que había ido al baño hace señales y da a entender que ha sido violado, luego se desmaya. No se nos dice, en ese punto, que ha sido violado, pero por el contexto del sueño el soñador lo sabe y supone que nosotros también. En mi caso, hasta no terminar de leer el sueño no me enteré, llegué a pensar que se trataba de alguna enfermedad estomacal.
Esto me parece interesante. El sueño continúa y aparece el viejo que, evidentemente, representa algo que debe ser elaborado. Este viejo es un vagabundo, es decir, hace parte también de los sin techo, de los desvalidos, pero es un opuesto. Me permito entrar aquí en ese juego que suele ser una buena pista para trabajar los sueños, es decir, preguntarse, ¿qué opuestos aparecen en el sueño? En este caso todo era joven al principio, desvalido pero joven, y aparece este viejo, desvalido pero viejo, mira al joven que corre a ayudar al niño desmayado, hace un gesto con los pulgares y cae dormido. Se trata de una especie de chalada, de una broma, se trata, al parecer de un viejo que no solo no ayuda, sino que es tan indiferente a todo como un hombre dormido, diríase que es un aspecto completamente inconsciente –dormido- frente a lo que sucede.
Parece ser que, en consecuencia, este viejo debe ser perseguido y encerrado y que, incluso, según sentencia de la serpiente parlante, deberá morir producto de los olores que el niño ha dejado antes de ser violado.
Pero una cosa no podemos dejar pasar desapercibida: aquí el sueño cobra matices míticos. El adulto joven, que se dirigía a auxiliar al joven, comienza a corretear al viejo, parece que esto es muy importante, quizás un paso previo para poder ayudar al chico violado, volveremos sobre esto. Pero para corretear al viejo y encerrarlo, el adulto debe transformarse en perro. ¿De qué nos está hablando esto?
¿Recuerdan ustedes el sueño que relata Jung en el tercer capítulo de su seminario “Introducción a la Psicología analítica”? En él, el soñador pasa por un campo de segadores que identifica con sus lugares de la infancia y hay otras escenas que puede asociar con aspectos de su vida. pero de repente aparece un cangrejo gigante, el soñador lo toca con una varita y el cangrejo muere. El soñador debe reflexionar sobre lo que pasó.
Con ese sueño, Jung busca ilustrar su teoría del inconsciente colectivo y la aparición de lo arquetípico en los sueños. Siempre me pregunto sobre ese momento de paso de lo individual a lo colectivo y sobre sus motivos, en las fantasías y sueños de los pacientes. Los arquetipos parecen tener la función de llenar el vacío que hay en la experiencia consciente, según lo que aprendimos sobre la formación de los complejos. El cangrejo del soñador de Jung parece representar lo que el soñador ha dejado al arbitrio de lo inconsciente, algo primitivo y poco atendido, aquello de lo que no se ha hecho cargo, mientras que la varita mágica junto a la posterior reflexión, aquella actitud consciente de escucha y humildad que necesitaba integrar un ego que no escuchaba a nadie.
El adulto joven de nuestro sueño no se transforma en cangrejo, pero sí en un animal. Si tuviera al paciente conmigo, le preguntaría, como lo sugiere Jung: ¿Qué es un perro? Y proseguiría con esa conversación, lo cual podría ser suficiente, como me ocurre muchas veces en terapia. Me refiero a que, en ocasiones, aunque aparezcan imágenes declaradamente arquetipales en el sueño, la riqueza del material personal, del nivel de los complejos en las asociaciones del paciente, hace que guarde reserva frente a lo arquetipal y me lo guarde para mí (puede ser usado posteriormente o completamente innecesario). Pero en este caso, al tratarse de un sueño sin contexto consciente, puedo permitirme pasar directamente a este elemento mítico, es decir, un elemento que no nos es familiar en la vida corriente -ninguno de nosotros verá nunca a un hombre convertirse en perro (o como le dice Jung a su soñador: nadie ha visto nunca un cangrejo de ese tamaño). Vale la pena, entonces, preguntarse a qué se parece esa imagen en la psique colectiva, lugar en el que estas transformaciones sí ocurren.
Se trata de los Cinocéfalos, hombres con cabeza de perro registrados en mitos, incluso en relatos de viajeros, que se han ubicado en sitios tan variados como Egipto, India, Libia, Bengala, Islas Nicobar en el Índico y que se registran en los primeros mapas de Suramérica. Estos hombres-perro comparten siempre la característica de ser nocturnos y, muchos de ellos, relacionados con la muerte. (Recordar, por ejemplo, a Anubis, el señor del inframundo en el antiguo Egipto y, por la resonancia simbólica del can, a Cerbero, el perro guardián del Hades en Grecia).
Si nos dejamos guiar por la idea de Hillman de lo inconsciente como inframundo psíquico y, por lo tanto, de las imágenes míticas que hemos puesto allí como las señoras y dueñas de nuestros sueños, podemos conjeturar que la psique del soñador se encuentra, de plano, en el Hades. Pero, ¿para qué? ¿A quién debe enterrar, desvelar o vencer? Porque a eso solemos ir al Hades cuando somos imágenes. Es decir, nuestros aspectos psíquicos, transformados en seres míticos, imaginales, descienden al Hades, tal como nos dicen los antiguos relatos, a llevar a los muertos, a interrogarlos o a enfrentar algo muy antiguo, una hidra por ejemplo, algo titánico que se encuentra allí encerrado, según los griegos.
¿Se trata de la imagen del joven héroe que transformado en servidor del mismísimo señor de los muertos enfrenta y encierra al aspecto envejecido de la psique? (o al viejo como agresor). ¿Será acaso que un aspecto inconsciente, dormido, debe ser enfrentado, desvelado y, por lo tanto, contenido?
Luego aparece otro aspecto arquetipal y es la serpiente que habla. Una especie de oráculo, La Pitia, la gran voz de la madre tierra que luego fue hurtada y apropiada por Apolo, la serpiente como el ser mítico más primitivo de todos, la representación de la base de los vertebrados, que viene a indicarnos que estamos frente a asuntos no sólo inconscientes sino francamente instintivos (bacterianos), ella vaticina u ordena la muerte del viejo, asfixiado por los vapores mismos de los excrementos del joven o los producidos por la violación misma. Esto nos refiere, de nuevo, a un evento primitivo, ocurrido a la psique en estado larvario, infantil, que debe ser develado, desvelado y contenido también.
Finalmente, en la lisis, la resolución del drama, el adulto joven, como héroe que vence una prueba, lleva al chico a reposar y otros dos chicos, transformados en zarigüeyas narran todo lo que pasó, lo que me recuerda a Ulises elaborando su aventura mediante la palabra. Ellos dicen que todo va a estar bien. La zarigüeya, el marsupial, la madre cuidadora, aparece al final tomando la voz de una salida, quizás, sanadora (al parecer los críos de la zarigüeya nacen prematuramente y deben introducirse en la bolsa materna para terminar su proceso, índice de algo muy básico no desarrollado en el soñador, quizás, debido a un trauma). Tal vez se trata aquí, al final, y como respuesta a lo planteado en el inicio del sueño, de la promesa terapéutica, del Self que anima a integrar tanta desintegración como presiento en esta psique.
Espero haber aportado algo, si no al proceso de este paciente y de su terapeuta, a la imaginación que tenemos que seguir ejercitando cada día en este delicado trabajo de hacer alma.
Muchas gracias.
Lisímaco Henao. Psicólogo de la Universidad de Antioquia (2000). Analista didacta, miembro de la IAAP desde 2013. Master en Psicología Analítica por la Universitat Ramón Llull, Barcelona. Miembro fundador de la Sociedad Colombiana de Analistas Junguianos (SCAJ). Fundador y director académico de Casa Jung. Autor de Ser Hombre. Imágenes arquetípicas de masculinidad en Cien años de soledad (2007), El Libro Rojo de mis sueños. Bitácoras del alma 1 (2017) y Las Brujas. Imágenes arquetípicas de lo femenino inconsciente (2018). Actualmente trabaja en su cuarto libro Ego y Alma. Reflexiones en torno a una relación compleja. Creador del canal youtube Casa Jung y del blog www.jungcolombia.com, ambos con más de diez años de existencia.