A la invitación de hablar del cuerpo psíquico no podemos referirnos sino a la imagen y me vino a la psique por supuesto el dios Pan quien está expresándose fuertemente desde el cuerpo físico y nos contacta con la polaridad. El polo somático es lo instintivo y el polo psíquico la intuición, ambos unidos inextricablemente, difíciles de distinguir.
Para López la imagen es un misterio y un reto y fue allí donde concentró su esfuerzo. Siguiendo a Alfred Ziegler al decir que la psicoterapia junguiana es intuitiva, nos dice que funciona a saltos y se niega a ser tratada como un sistema.
La imagen contiene una emoción con la cual nos acercamos a lo psíquico.
Persiguiendo los apareceres en la mitología griega nos tropezamos con Pan y su comportamiento instintivo que se caracteriza por la compulsión en un polo y las imágenes arquetipales por el otro. Estas imágenes arquetipales son partes de la naturaleza y también fantasías subjetivas del inconsciente.
Las fronteras entre biología y psicología son casi imperceptibles ya que la coniunctio trae otras imágenes que demuestran que la psique existe en una unión indisoluble con el cuerpo.
Pan representa la compulsión instintiva y el medio por el cual dicha compulsión puede ser modificada por la imaginación.
Pan y las ninfas. Una relación de opuestos
Pan hace un cuerpo con la ninfa… la fantasía… la fantasea.
Pan sintió amor por Eco, un amor con un final trágico. No pudiendo persuadirla, ni capturarla, inspiró la locura de los pastores quienes comportándose salvajemente despedazaron y desmembraron a la ninfa y dispersaron sus miembros y sólo su voz sobrevivió.
Nos dice López Pedraza que entre sus ninfas fantasías, la más amada fue Eco pues al no tener existencia física le dio a Pan su elemento más característico: la esencia instintiva de la divinidad que Pan refleja en Eco. Los ecos de Pan tienen una repercusión en el alma «haciendo alma» a nivel del cuerpo de Pan. Es aquí donde se produce una verdadera simetría, donde tiene lugar la danza, donde aparece la psicoterapia. Esto es cuerpo psíquico.
Pan gobierna el cuerpo físico de nuestra psique. La masturbación es una vía de actuar de Pan, conecta las imágenes sexuales con el cuerpo físico y emocional. O en fantasías, sueños y pesadillas. Pan es el habitante y es lo habitado.
Pan es el dios que nos proporciona cuerpo psíquico, presente en todas las situaciones extremas de la vida, amor, nacimiento, sexo y muerte, sería una especie de «contenedor virtual» de todo acontecer psíquico, lugar que contiene todo tipo de fantasías, único espacio donde cualquier cosa puede ocurrir, lo imprevisible, la incertidumbre, la quietud de la siesta, el alboroto, la locura y la muerte.
Pan es la membrana del alma.
Aparece en el cuento de Eros y Psique cuando ésta, desesperada, piensa en acabar con su vida y el dios de patas de chivo viendo la desolación y el abatimiento de Psique, aun sabiendo lo que pasaba, trató de calmarla y le hace una lectura de cuerpo psíquico.
Si no hay sufrimiento no hay transformación. La psique se nutre con imágenes de horror y de muerte. Lo psicoerótico en Eros y Psique procura un movimiento psíquico haciendo cuerpo psíquico en todos los aconteceres y trabajos que el destino le va presentando. Es el aprendizaje a través del sufrir.
La erótica de Perséfone lleva a descubrir nuestro cuerpo psíquico y erótico en niveles más profundos. De allí que cuando Psique le da rienda suelta a su curiosidad, al abrir la cajita de la belleza de Perséfone, revive en un abrazo maduro con Eros en el mundo de la depresión. Aquí hay un nuevo encuentro de Eros y Psique. Eros la despierta con un pinchazo que no lastima. Un beso que conmueve el cuerpo emocionalmente.
Y en una escala superior, de esa unión de opuestos, Eros y Pique, nace Voluptas, la voluptuosidad, el disfrute de la exaltación, deleite, la dulzura dentro del sufrimiento, la dulce herida, el misterio, la plenitud. Es un espacio estético de vida y muerte, misterioso e íntimo. Esto es cuerpo psíquico.
Otra tesitura en la psicología moderna nos trae López en Dionisos en exilio. Cuando se trata de Dionisos hay poca discusión relacionada con el cuerpo psíquico y nuestra conexión con él. En el contexto del cuerpo, está el espacio apropiado para tratar sobre Dionisos y el teatro. El arte de Dionisos par excellence se encuentra en el teatro. No podemos concebir un buen actor que no tenga una conciencia del cuerpo. Nuestros pensamientos se mueven hacia el fascinante campo del entrenamiento teatral, una disciplina en la que la psicología del cuerpo se hace una realidad dolorosa y en la que las palabras y el cuerpo del actor deben reunirse en una conciencia dionisíaca. Esta combinación de cuerpo y palabra consteliza los estratos dionisíacos de la psique, no sólo en el actor, sino también en el psicoterapeuta.
De la literatura clásica y los estudios en torno a Dionisos, podemos entender que él es el dios que representa el cuerpo psíquico y emocional y las sensaciones de nuestro propio cuerpo. Tanto en el terreno de la mitología como históricamente, Dionisos es el más rechazado de los dioses paganos. Ya sabemos cómo, de manera sistemática, el hombre occidental ha rechazado su cuerpo emocional en favor de los ascendentes complejos espirituales del cristianismo. Así que, podemos tomar a Dionisos como una metáfora de ese reprimido cuerpo emocional y psíquico, del que conocemos tan poco y que pertenece a la imaginería relativa a Hermes como mensajero hacia el reino de los muertos.
Independientemente de las especulaciones que podamos hacer sobre la posibilidad de que Dionisos y Hades, como refiere Heráclito, sean el mismo, su relación está implícita en las asociaciones que hemos venido descubriendo entre muerte, depresión y cuerpo psíquico (un cuerpo que la psique puede sentir).
La terapia del cuerpo sólo puede ser conducida por Hermes, que guíe al alma hacia el mundo subterráneo, imagen que supone un movimiento descendente, gravitacional. Por supuesto, no tenemos ninguna garantía de que se logrará este movimiento compensatorio hacia el cuerpo psíquico, en procura de un terreno donde nuestro sufrimiento psicosomático deje de sernos tan terriblemente ajeno. Si el movimiento ocurre tendrá que vérsele como un «suceder» hermético.
Una psicoterapia interesada en mover la psique hacia el cuerpo necesita, tal como lo hemos venido mostrando, cierta conciencia hermética, una familiaridad con el tempo y las maneras indirectas de Hermes y una razonable desenvoltura ante la depresión.